Arte
de la Edad Moderna es el período o subdivisión temporal de la historia
del arte que corresponde a la Edad Moderna. No se ha de confundir con
el concepto de arte moderno, que no es cronológico sino estético, y que
corresponde a determinadas manifestaciones del arte contemporáneo.
Renacimiento:
La pintura
renacentista abarca el período de la historia del arte
europeo entre el arte de la Edad Media y el barroco.
Como
todo el arte del Renacimiento, la pintura de esta época está
relacionada con la idea de volver a la antigüedad clásica, el impacto que
tuvo el humanismo sobre artistas y sus patronos, gracias a la adquisición
de nuevas sensibilidades y técnicas artísticas. Se extiende el uso del lienzo,
que es más económico que la tabla. Los grandes retablos, en que cada cuadro es
parte de un tema más amplio, pierde presencia, en favor del cuadro único, bien
como tabla de altar, bien como lienzo. Se adopta de manera casi exclusiva
la pintura al óleo.
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La Gioconda (1503-1506) por Leonardo Da Vinci.
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Manierismo:
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En la Virgen del cuello largo(1534-1540) de Parmigianino,
el manierismo se muestra en las proporciones alargadas,
poses muy estilizadas y
falta de una perspectiva clara.
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Surgido
igualmente en Italia a mediados del siglo XVI como
evolución de las formas renacentistas, el manierismo abandonó la
naturaleza como fuente de inspiración para buscar un tono más emotivo y
expresivo, cobrando importancia la interpretación subjetiva que el artista hace
de la obra de arte.
La
imitación de las obras de Leonardo, Rafael y Miguel Ángel hace que se produzcan
imágenes artificiosas. En cierto sentido, la propia grandeza de esas obras
maestras cerraba las vías a la creatividad artística, y a las jóvenes
generaciones no les quedaba sino la imitación.
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Cena en Emaús, pintado en 1601 por Caravaggio. |
Barroco:
El
arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto
racionalismo clasicista pero con formas más dinámicas y efectistas, con gusto
por lo sorprendente y anecdótico, por las ilusiones ópticas y los
golpes de efecto.
Se
desarrollan nuevos géneros como los bodegones, paisajes, retratos, Vanitas,
cuadros de género o costumbristas, así como se enriquece la iconografía de
temas religiosos. Existe una tendencia y una búsqueda del realismo que se
conjuga con lo teatral y lo efectista.
El
color, la luz y el movimiento, son los elementos que definen la forma
pictórica. El color predomina sobre la línea. Incluso, los efectos de
profundidad, perspectiva y volumen se consiguen más con los contrastes de luz y
de tonalidades del color que con las líneas nítidas y definidas del dibujo. La
luz se convierte en un elemento fundamental en la pintura barroca. La luz
dibuja o difumina los contornos, define también el ambiente, la atmósfera del
cuadro, y matiza los colores. La utilización de la técnica del claroscuro llega
a la perfección gracias a muchos pintores del Barroco.
Rococó:
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Embarque para la isla de Citera (1718) de Antoine
Watteau, óleo sobre tela y pintura característica del Rococó en
Francia. Actualmente en el Schloss Charlottenburg.
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Desarrollado
en el siglo XVIII —en convivencia a principios de siglo con el barroco,
y a finales con el neoclasicismo—, supuso la pervivencia de las
principales manifestaciones artísticas del barroco, con un sentido más
enfatizado de la decoración y el gusto ornamental, que son llevados a un
paroxismo de riqueza, sofisticación y elegancia. El progresivo auge social de
la burguesía y los adelantos científicos, así como el ambiente
cultural de la Ilustración, conllevaron el abandono de los temas
religiosos a favor de nuevas temáticas y actitudes más mundanas, destacando el
lujo y la ostentación como nuevos factores de prestigio social.
El
Rococó se desarrolló a partir de la creciente libertad de pensamiento que nació
en Francia durante el siglo XVIII. La muerte de Luis XIV en 1715
abrió el espacio para una flexibilización de la cultura francesa, hasta
entonces fuertemente ceremonial y dominada por representaciones que objetivaban
por encima de todo la alabanza del rey y de su poder y se manifestaban de forma
grandilocuente y pomposa.
Neoclasicismo:
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Jean-François Peyron: Cornelia, madre de los Gracos,
1781.
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El
auge de la burguesía tras la Revolución Francesa favoreció
el resurgimiento de las formas clásicas, más puras y austeras, en
contraposición a los excesos ornamentales del barroco y rococó.
A
este ambiente de valoración del legado clásico grecorromano influyó el
hallazgo arqueológico de Pompeya y Herculano.
La pintura
neoclásica es un movimiento pictórico nacido en Roma en la década
de 1760 y que se desarrolló en toda Europa, arraigando especialmente
en Francia hasta aproximadamente 1830, en que el Romanticismo pasó
a ser la tendencia pictórica dominante.
Predominó
el dibujo, la forma, sobre el colorido. Ello da como resultado una estética
distante del espectador, reforzado por la luz clara y fría que bañaba las
escenas, ya que si se adoptaran tonos dorados se introduciría en la obra una
sensualidad que se rechazaba en la estética neoclásica.
Se
cultivó sobre todo el cuadro de historia, reproduciendo los principales
hechos de la Revolución francesa y exaltando los mitos griegos y romanos,
a los que se identificó con los valores de la Revolución. Los temas
representados siempre eran serios y eruditos, con intención moralizante: alegorías e historias que
transmitían valores ejemplares como el sacrificio del héroe o el patriotismo.
Generalmente
se pintó al óleo sobre lienzo, pero también hubo frescos.
Los cuadros respetan, en general, el carácter ortogonal del lienzo.
El estilo buscaba la sencillez también en la composición. Cada cuadro se
refería a un solo tema principal, sin temas secundarios superfluos que pudieran
distraer.